Todos los caminos llevan a Roma, dice el hombre, y le corrige Ezequiel Mosquera, que es gallego y organiza O Gran Camiño, una ruta ciclista que siempre da la vuelta a Santiago. “Todos los caminos vienen de París, como los niños y sus cigüeñas”, afirma. “O de Roma, incluida”. Es más, podemos añadir, una vez que venga de Copenhague, y luego escuchemos hablar de Jonas Vingegaard, el danés que hizo las dos últimas giras, y también del último Gran Camiño, hola, nieve, lluvia y viento en Galicia en febrero de 2023, Y disfrutó tanto de la experiencia, disfrutó mucho, que el domingo, tras llegar a la última etapa, un contrato, en la Plaza del Obradoiro prometió: “El año que viene va a cambiar”.
Hombre de palabras, Vingegaard voló, y no solo. Siguiendo su pista, y la idea de llegar a París desde Amarillo que se ha desviado hacia Santiago, y hablando en serio, otros grandes ciclistas se apuntarán al camino gallego, cuatro etapas, una en cada provincia, y Meditaremos con A partir de hoy, por la carretera que pasa por la Torre de Hércules, y asciende hasta el faro, recorre 14,8 kilómetros hasta Coruña. En la espalda de la montaña de San Pedro en Visma, y el nombre, que no guarda nada de cierto, coincide con el nombre del patrón que sustituyó a Jumbo en el maillot de los daneses. Otro guiño gallego, porque lo ha hecho, para el ganador del Tour.
Contra Vingegaard ya en febrero algunos de sus más duros enemigos en el Tour de julio: el Ineos, con Carlos Rodríguez, el español del que tanto se espera en el Tour, y Egan Bernal; el EF de Richard Carapaz, ya curtido en la Vuelta a Colombia, y Rigo Urán, en su gira de expedición, y el Groupama de David Gaudu, la última gran esperanza francesa, y el acosado escalador Lenny Martínez.
“Fue un invierno muy bueno”, dice en A Coruña Vingegaard, que cambió su tarjeta en los registros federales, y ahora a Vingegaard Hansen, para añadir a su apellido el de Trine, su esposa y madre de su hija, Frida, y, extrañamente en él, sonríe. “Llevo tres semanas concentrado en la montaña, en el Teide, vengo en plena forma y estoy feliz de volver aquí, mi primer viaje del año. Lo pasé muy bien el año pasado, todos los recuerdos son buenos. [ganó todas las etapas: la competencia no era tan fuerte], pesa la nieve y el frío, y espero terminar el viaje lleno de buenos momentos en otra ocasión. Anuncian la venida, ese es mi elemento. Estás tan bien organizado…”
Para la afición, 2024 será un año oscuro ya que continuarán los momentos cruciales de los mejores en sus carreras. Antes del Tour Vingegaard y Tadej Pogacar, también campeones del Tours, y desde los dos últimos años, no se volverán a encontrar en ninguna ruta. El esloveno, que disputará por primera vez el Giro, no se cruzará con nadie, mientras que Vingegaard sólo se cruzará con Primoz Roglic y Remco Evenepoel en la Vuelta al País Vasco, en abril, y en el Dauphiné, en junio. “Será curioso mantener a Roglic como rival”, afirma Vingegaard, cuya última carrera en 2023 fue una Vuelta en la que dominó totalmente a Jumbo, él, Kuss y Roglic. “Llevamos cinco años en mi equipo y siempre hemos estado unidos. Ahora tendremos que viajar entre nosotros para lograr la victoria”.
Con Vingegaard como locomotora, la carrera, que sólo dura tres años, ha dado un gran salto, como también lo hizo Mosquera, que como organizador es tan ambicioso, imaginativo y atrevido como lo fue como ciclista, y le da cierta sentimiento y necesidad de trascender, y están muy preocupados por encontrar rutas atractivas y de peso en las tradiciones y la cultura de Gales; este año, la última era termina en el monte Aloia, sobre Tui, y el Miño abajo, y Portugal, y la memoria. de la antigüedad Una vez en Galiza, Pino, Marcos Serrano y otros héroes—, como en las nuevas formas de retransmisión televisiva, con drones y con información de temperatura, van y vienen en la realidad segunda y virtual de las ascensiones en los puertos.
El primer año, Recordaba Mosquera, más feliz incluso que Vingegaard, fue el de Alejandro Valverde e Igor Arrieta, casi una prueba de vuelta a casa; el segundo, el festival Jumbo y el inicio de la atracción internacional. “Este año sufrimos tres pasos de golpe en el camino del gran evento que esperamos ser”, afirma. “La sociología y la cultura del ciclismo han cambiado. No es sólo el deporte de aquellos que quieren relajarse desde la juventud, ahora también lo es desde las cómodas clases. Su magia e historia los conquistaron. Y tenemos la ambición de seguir creciendo, de ganar días, de ganar importancia”. Habla tan animado Mosquera, organizador independiente, junto a los emporios de ASO (Tour y Vuelta, y varias carreras más) y RCS (Giro y sus clásicas), que hasta se agobia un poco, mareado, pensando en el crecimiento de su invención, que, además de la fidelidad del mejor ciclista del momento, ha conseguido otra hazaña imposible, el mecenazgo de Zara, que envasará los maillots de los mejores: es la primera incursión deportiva, incluso después del gran premio de las carreras, de el textil más grande del mundo, y el gallego, que apoya la bandeja de crecimiento trazada por Mosquera, “Habrá que estar a la altura: zona VIP, elementos publicitarios… Ufff”.
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